El periódico cumple 2 años.

Desde el inicio hablamos del papel, del cara a cara, y de las formas en las que queremos y creemos que se generan los vínculos (hablando de las palabras o las ideas). La realidad nos impone suspenderlo por un tiempo. Decidimos sacar este número en formato digital y veremos cuándo se imprime. Pero queríamos dar continuidad aunque las cosas no sean como las pensábamos, que la pandemia no nos paralice del todo. Por si hiciera falta, recordamos que no somos periodistas, tampoco corresponsales de noticias y nunca daremos recetas. Sólo expresamos nuestro pensamiento y el análisis de los que nos toca vivir en el camino de querer cambiar las cosas para el lado que consideramos el mejor, aun no estando del todo claro o preestablecido.

Es casi imposible no hablar de la pandemia, o intentar analizar otras cosas. Diremos lo que tenemos para decir parados, como siempre, en nuestra manera de ver la vida. Así que desde ya el romanticismo y el pensamiento mágico quedan a un lado (no hay nada que reivindicar sobre estar encerrado, ni al capitalismo lo destruye un virus). Ni por un momento se nos cruza por la cabeza no expresar el miedo que genera la enfermedad, la posibilidad de perder seres queridos o la propia vida víctima de un virus. La angustia está presente en mayor o menor medida al pensar cómo se saldrá de esto, como generar el mango para la vida en general y el hecho de saber que muchos la tienen muy jodida y seguramente tendremos bajas. Pero con las dos cosas hay que convivir, tratar de manejarlas. No despreciamos a la ciencia y los datos que provengan de ella, aunque tengamos reticencias y críticas a la hora de ver qué y para que se hace ciencia. La información que nos llega es fácil de entender, y las medidas fáciles de aplicar cuando hay condiciones de vida razonables (sabemos que muchos/as no las tienen).

En estos momentos no está demás cuestionar nuestras prácticas, la teoría. No caer en querer acomodar la realidad para que entre en nuestra ideología, es el comienzo. Todos parecen tener una explicación a su medida, desde un nazi hasta un marxista, pasando por un terraplanista, parecen disputarse el anticipo y la posta de lo que nos pasa. Para nosotros/as, la idea de la libertad, de la vida en el comunismo anárquico, parte siempre del individuo y se potencia en lo social, en lo colectivo. Por eso esa libertad es una responsabilidad enorme, y en el aquí y ahora, no en un futuro anhelado. Hablando de eso, se habla de los fines y los medios y no hay manera de pensar y hacer sin la solidaridad y la acción directa. Puede sonar a poco, pero ser solidario/a es dar una mano en la medida de nuestras posibilidades (desde los mandados a una persona mayor, alcanzar un alimento o lo que sea), es intentar no ser un vector para un virus que le puede arruinar la vida a muchos. Una responsabilidad que elegimos ejercer sin importar lo que digan los milicos o los políticos miliqueros de turno. La delación no entra en esto, ni para ser buchones ni para tener miedo al buchón.

La imposición y la violencia tampoco nos escandalizan. Hasta ahora (y por ahora) el accionar policial es el de costumbre, puede que alguien que recién se entere se indigne y está bien, pero es lo de siempre, como lo es el maltrato y las condiciones de vida en los penales. A algunos/as esto les causa estupor, otros por miedo creerán que más milicos y controles garantizaran la salud. Pero se habla de la violencia desde el miedo en cualquiera de los casos.

Estamos convencidos/as (y tenemos la historia a mano) de que la única manera de llegar a la Revolución Social, será imponiendo una fuerza mayor a la que hoy nos somete, no hay forma de que no sea violento, pero sólo para obtener la libertad, no para ejercer la autoridad. La voluntad de un individuo, si va contra el colectivo o pone en riesgo la integridad grupal, se trata de combatir hoy, y se lo hará mañana. Para eso no necesitamos ni queremos leyes, creemos en el libre acuerdo y la responsabilidad que la libertad implica, como decíamos más arriba.

Mientras intentamos pasarla, seguimos aprendiendo, discutiendo y analizando herramientas. Es posible que el mundo cambie cuando pase esta pandemia, pero es muy probable que el Estado y el Capital salgan favorecidos.

El ejercicio del control social los fortalece y nos toca ver cómo y por donde disputarles libertades.

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