Poco resta por decir y quizás ni siquiera tenga mucho sentido, más que para establecer el punto de partida del próximo período, del recién concluido gobierno de Alberto Fernandez, Sergio Massa y Cristina Fernandez, que venían a revertir los cuatro años precedentes, pero que parecieron esforzarse por superar a Macri en cuanto a ser un desastre económico para todos y todas…bueno, para todos no, siempre alguien gana.

Preocupados en sus miserias y peleas intestinas, fueron dejando un tendal de gente al borde de la pobreza, mas allá de la que empujaron bastante dentro de ella, incluso teniendo un trabajo formal, en blanco, el salario no logra garantizar vivienda y alimentos.

Ni hablar de pilchas o cualquier cosa que sea para dispersión o “lujos” como llevar a los pibes a comer un helado cada tanto. La inflación, transformada en una bola de nieve desbocada, nos fue llevando puestos, mientras que las paritarias (que por lo menos, todavía hay algunas), siempre corrieron de atrás y nunca devolvieron el sueldo al nivel anterior, haciendo pobres cada vez más pobres y ricos cada vez más ricos…lo único bueno, es que terminó el año electoral.

“Si el Gobierno no termina la gestión, estoy en condiciones de asumir mañana si fuera necesario”. Javier Gerardo Milei.

¡La casta ha muerto! ¡Viva la Casta!

La famosa promesa de la dolarización, con sus distintas variantes, no parece estar cerca de hacerse realidad. Sigue siendo una amenaza o ilusión (depende quien lo mire) permanente que prometen para algún momento en el futuro. ¿Cuando? Ni Toto lo sabe. Pero como principal cuestión, parece asomarse La Casta. Si bien alguien podría aceptar que alguna medida demore más tiempo o requiera preparación, el con quién o, mejor dicho, con quién no, estaba claro; su propio spot rezaba, que no se podía hacer una argentina diferente con los mismos de siempre pero se ve que sí: una cosa es la campaña y otra… A esa casta, la que venía a combatir, terminó recurriendo para poder en principio, completar sus filas, con ex funcionarios del menemismo principalmente, y luego, para ganar el ballotage en lo que se dio en conocer como “El pacto de Acassuso”, reunión cumbre en una de las casas de Mauricio Macri. Alta casta. Y este pacto, se nota, de gratis no tiene nada. Política.

Pero decíamos para completar sus filas, porque realmente La Libertad Avanza mostró, falta de ‘personal idóneo’ (si es que eso existe para un puesto político) y desconocimiento de cómo funciona el Estado en general, en casi todas las áreas, evidenciando que no se estaba preparado para tal tarea. Pero ¿por qué? Y no lo decimos nosotros, sino uno de ellos, Sandra Petovello: “Javier me dijo si quería trabajar en un posible futuro Ministerio de Desarrollo Social. ‘¿Por qué no le ponemos el Ministerio de Capital Humano, te gusta? Le dije me encanta Capital Humano porque a mí también me gusta Gary Becker. Le dije que sí porque no pensé que iba a llegar tan lejos como está llegando hoy. Lo que yo no sabía era que en el Ministerio de Capital Humano iban a estar cuatro ministerios en uno”.

En primer lugar, desde el pacto mencionado, hemos visto como hubo un desfile de nombres de supuestos futuros funcionarios, que en principio eran del riñón de Milei (al menos en cuanto a preferencia e ideas, como Emilio Ocampo, quien cerraría el central) y fueron virando de a poco (virando, echando, corriendo del medio) hasta completar un verdadero equipo conformado principalmente, por los que salieron terceros. También algunos de los que salieron segundos y cuartos: Massa y Schiaretti también metierongente. ¿Qué tal? Parece que, el León, formó el gobierno de unidad que quería su contrincante. Innegable es que la política da revancha. La casta avanza.

Desde la conferencia de Patricia Bullrich, llamando a votar a Milei luego de quedar en tercer lugar en las generales, hasta prestar el aparato de Juntos por el Cambio para controlar las elecciones, se notaba a lo lejos que Javier, algo iba a tener que ceder. Y cedió. Y entraron Toto, Pato y Luis (fórmula completa de Juntos por el cambio), algún procesado del gobierno de Macri, alguno del de Fernández, muchos amigos de Menem y Cavallo, pero lo cierto es que quienes los apoyaran desde el principio, fueron perdiendo espacio, como el caso de Carolina Píparo que sonó para Anses y terminó en ningún lugar de importancia.

La pregunta que podemos hacernos es si con ese pacto lo cocinaron a Milei y simplemente le invadieron el gobierno y no podrá llevar adelante sus ideas (Macri no pierde ocasión para decir ante cualquier auditorio que el central no cierra y no se dolariza), es parte del plan inicial llevar a cabo un ajuste ortodoxo como el que se está haciendo (sin mucha discrepancia interna ni en el pacto ya que todos quieren lo mismo) o es una estrategia a largo plazo para repartir culpas entre los “amigos” (Caputo en lo económico, Bullrich en la represión de la protesta), usarlos de fusibles y luego aplicar el plan que tanto agitó en campaña. Quizás no sea ninguna, o una combinación de todas más algún condimento, lo único, seguro es que el nuevo ordenamiento nacional, lo pagamos los laburantes. ¿Y La casta? Bien, gracias.

“La diferencia entre un genio y un loco es el éxito”. Javier Gerardo Milei.

Empezaron los saqueos

Por lo general, se suele decir que, para empezar a juzgar un gobierno, basta con esperar los primeros cien días para evaluar las medidas tomadas, el programa ejecutado o lo que sea que esté haciendo. En la situación acuciante en la que se encuentra la región, ya lo había anticipado el gran perdedor de la gesta electoral, Horacio Rodríguez Larreta, que la mirada iba a estar puesta en las primeras cien horas. Y como para muestra sobra un botón, en estas primeras horas y medidas ya podemos vislumbrar bastante de lo que se viene.

El primer punto a resaltar, es la mutación (si le creemos el personaje televisivo y de campaña) de Milei de un “revolucionario liberal libertario” de la economía, a un simple liberal ortodoxo común y corriente, de manual, como dijeran otros ortodoxos como su flamante ministro de economía “Toto” Caputo (vale la pena recordar este nombre por lo que hizo y por lo que va a hacer) o Carlos Melconian sobre los primeros pasos del ejecutivo en cuanto a medidas. Tal el cambio, que ya empezaron a oírse voces de descontento respecto de las medidas tomadas y de las que no.

Era sabido que, de la manera que venía el rumbo de la economía, mínimamente iba a resultar muy difícil revertirlo, y que muchas medidas incluso iban a ser impopulares, tal así lo reconoce Gabriel Rubinstein, segundo de Massa en economía, asegurando que "[…] la necesidad de tener las cuentas en orden no se podía evitar. Por otro lado, tampoco se podía evitar una devaluación con una brecha cambiaria tan alta". Ahora bien, el como hacerlo y a quien pegarle, es la discusión que siempre, pero siempre, gana la derecha tradicional y conservadora o la neoliberal, oligarquía, o como quieran llamar a los representantes de los dueños de todo, que alguna vez se asumen de derecha y otras se disfrazan de pseudo izquierda, que utiliza todos los recursos para convencernos de que el colapso es culpa nuestra porque accedimos a cosas (techo, comer más o menos seguido, descansar) que no merecíamos, y con la culpa a cuesta, salimos a vigilantear al vecino a ver qué hace o que tiene, para luego llegar a la conclusión inequívoca, que seguro tiene que agarrar la palaél. Claro, esas cosas, se ve, eran de los argentinos de bien. Pero ésta no era la única salida, sino, la elegida por quienes priorizan el capital por sobre la dignidad humana.

Miente, miente que algo quedará

Lo primero que se requiere para apretar al pueblo de una región, es mostrarle el precipicio (salir a hablar de 15000% de inflación, sin respaldo de ningún dato, es al menos un precipicio bastante alto), convencerlo de que es su responsabilidad estar ahí, o al menos, la culpa es de todos por igual (como si el kiosquero tuviera la misma responsabilidad en un aumento que Arcor, o el derroche de energía de una lamparita en la casa de un laburante se compare con climatizar alguna pileta de un barrio acaudalado) y guiarlo hacia un camino en particular: la única alternativa. Y resulta, que la única alternativa que propone y ejecuta siempre el que manda, es el ajuste, es repartir la miseria entre todos.

¿Y cómo lo hace? La inflación es una gran manera para transferir ingresos de la clase trabajadora a la clase dueña de las cosas, inclusive si hay paritarias, pero estas no le ganan a la inflación (siempre son muy pocos los rubros que le ganan), de hecho, podríamos pensar a la inflación, al menos de esta región, como las paritarias de la patronal. Otra forma es devaluando la moneda, haciendo que valga cada vez menos, es decir que alcance para comprar menos productos, lo que se traduce en, sí, inflación. Pero ¿qué pasaría si de golpe, la devaluación de la moneda es del 54%? (el dólar pasó de casi 400 a 800 mangos).

Bueno, ahora la transferencia de ingresos, es de golpe y brutal, muy parecida a un saqueo a los trabajadores y no a la casta. ¿Por qué?

Si se apaga la maquinita, es decir, no se imprimen mas pesos, ¿de dónde salen los pesos para pagarle al sector exportador? ¿Cómo se cubren los 400 pesos faltantes? ¡Bingo! Lo que se aspira al secar la plaza, es guita que se recorta de algún lado, llámese jubilados, salud, etc. Esa es la verdadera transferencia de ingresos, el verdadero robo. Es raro que un liberal libertario como Javier no se dé cuenta que se está metiendo con la propiedad privada de los trabajadores, que es el valor acordado por la remuneración del tiempo trabajado… ¿o sí? Se ve que hay propiedad privada y propiedad privada. Ojo, este tipo de transferencias del que tiene menos al que tiene más, ya lo venía haciendo Ventajita Massa pagado con emisión, a través del dólar soja 1, 2, 3…

Con la devaluación, se achica la brecha cambiaria, pero, se traslada a costos porque se encarecen las importaciones (recordemos que el dólar oficial, muy difícil de conseguir, pasa de 365 a 800 pe sin escalas, más Impuesto País quedando en $940) y se agregan retenciones a todo lo que no sea la soja (si, Milei agregando impuestos, sobre todo a los productos regionales que no tenían). Esto impacta en productos que tienen componentes importados, que, en Argentina, se traslada directo a precio final. También hace que la deuda externa sea más cara, por lo que se requiere de más recaudación para pagar los acuerdos internacionales…en dólares. Lo que se torna un perro mordiéndose la cola: menos guita en la calle, menos consumo, menos recaudación…

También, se liberan todos los precios de la economía, menos los salarios, obvio, y se deja exportar a las petroleras a precio internacional, lo que impacta directamente en aumento de combustibles (que en dos semanas rondó el 80%), que como sabemos, luego se traslada a toda la cadena, abonando los consumidores, por caja.

En enero, según dijera Caputo, se comenzará con la baja de subsidios en energía y transporte, sobre todo en el AMBA, que impacta directamente en los bolsillos, haciendo ciertos consumos imposibles en los próximos meses y dispara disputas en lo laboral porque, ¿Quién paga los viáticos? ¿el laburante o el patrón? Entonces ¿a quién de los dos iba realmente el subsidio?.

Evidentemente, en el plan, está contemplada una altísima inflación en los próximos meses, por cubrir la necesidad de licuar los depósitos, los salarios y las jubilaciones para reducir el consumo. Si se reduce el consumo, las PYMES no pueden pagar salarios, y comenzarán a despedir trabajadores aumentando la desocupación y logrando que los laburantes se peleen por un puesto, acepten peores condiciones y los salarios se mantengan a la baja. Hermoso todo.

En el rubro gestos para la tribuna aparece rescindir los contratos de quienes estuviesen hace menos de un año, buscando junto con las jubilaciones anticipadas eliminar cerca de 30.000 puestos de trabajo del Estado en los próximos meses. El impacto en el gasto de esto es minúsculo pero el impacto en el aumento de la desocupación, caída del consumo y las familias sin sustento es muchísimo más grave… En que columna del Excel entrará no morir de hambre.

Dice preocuparse por los pobres, los caídos, anunciando la duplicación de la AUH o el aumento del 50% en la tarjeta Alimentar a sabiendas de que, estos anuncios son insuficientes con la devaluación del 54% (dicho al revés, una inflación de un plumazo del 118% en el dólar) en conjunto con los aumentos que se vienen y con haber comunicado, que todas las partidas de guita, como los planes Potenciar Trabajo se van a manejar con el presupuesto del 2023 congelado, lo que acompañado de una inflación anual que ronda el 150%, como le dijera Melconián, más que motosierra, es el plan licuadora.

Hablan de no mandar partidas discrecionales a las provincias, para no ser arbitrarios, pero pretenden, otra vez, modificar la fórmula para el cálculo de la jubilación, argumentando que van a perder y darían aumentos por decreto. Medida arbitraria que copian del ex presidente Alberto Fernandez. Eso sí, en el Excel de Caputo, figura un recorte de 0,4% a jubilaciones. Debe ser el mismo coraje que tenía Pato cuando estaba con la Alianza, allá por el 2001 y recortaba el 13% de las jubilaciones, o ellos mismos, todo Juntos por el coso, cuando en el 18 también cambiaron la fórmula, morfándose un trimestre de aumento. Más valientes no pueden ser. Al mismo tiempo, Toto, anuncia un nuevo blanqueo de capitales, es decir, traer guita en negro sin ninguna consecuencia, y la estatización de la deuda privada con el exterior por unos 30 mil millones de dólares, verificando que, el que las hace las paga, dependiendo de la jeta, o la billetera o el apellido.

Todo apunta a pensar que nos dirigimos a un modelo puramente agroexportador para sostener el ajuste y los privilegios de los que viven de él. Bajar salarios, recortar planes en cantidad o en valor real, jubilaciones y pensiones a la baja, así, de esta forma bajar el consumo y en teoría (bien liberal ortodoxa) en algún momento, producto de la recesión bajar los precios y por consiguiente la inflación. Algo que nunca funciono en la Argentina.

Bienvenidos, nuevamente, a los juegos del hambre.