Por varias razones, (la económica como principal) en muchas regiones del mundo estamos viendo el resurgir del nacionalismo étnico y/o religioso. En Europa el viejo fascismo cambia solo un poco sus ropas para volver a poner a los inmigrantes musulmanes como culpables de todos sus males. En medio oriente o en África parece que nunca acabaran las diputas étnicas y/o religiosas, mas no sea para justificar conflictos económicos. Siria ocupa hoy un lugar en la prensa especializada cubriendo las matanzas del nuevo gobierno de tinte religioso. Incluso en Rusia la iglesia ha cumplido un papel importante a la hora de la guerra. En la parte que nos toca, el católico es el Dios asignado y mas teniendo un Papa argentino.
El actual presidente, autopercibido liberal libertario, fijó desde un principio en la práctica la idea del liberalismo en lo económico y el conservadurismo en lo político. Su alineación con los Estados Unidos e Israel (sumando que Milei está en camino a convertirse al judaísmo), llevan al gobierno a tener gestos de colonia y no mencionar o prácticamente reivindicar el terrorismo israelí contra la población palestina. Casi deja servido el camino a quienes plantean el mundo entre nacionalistas y globalistas, asociándolo a la lucha del catolicismo contra el judaísmo. Casi, porque, como todo en la política, es eso y simultáneamente todo lo contrario, en eso que los políticos llaman pragmatismo.
Jóvenes (para la política) dedican horas en las redes al intento de recuperar el catolicismo, intentando darle a su carácter conservador, una idea de resistencia (a la vez, tratando de que sus seguidores no expresen de forma tan directa sus simpatías por el nazismo o el antisemitismo). Combinando ese “aire fresco” de la juventud con la “experiencia doctrinaria” de tipos como Guillermo Moreno (que no tiene problema en relacionarse con nazis como Biondini) o el peronismo izquierdista católico de Juan Grabois. Con el progresismo como chivo expiatorio del fracaso del último gobierno, y el “globalismo” expresado por el actual, una parte del peronismo vuelve a sus facetas mas conservadoras del nacionalismo católico. Sin mucha profundidad, ya que es una tarea titánica explicar el “Cristo Vence” de los golpistas del 55 y la deriva a montoneros de varios grupos de la acción católica. En definitiva, Dios es un concepto que sirve para todo. Incluso, ciertos sectores dentro del mundo LGBTIQ+, plantean que de morir o dimitir el Papa, perderían un aliado. Es cierto que Bergoglio una vez convertido en Francisco ha tenido gestos de apertura y dicho cosas que contradicen a sus palabras como obispo en Buenos Aires. También es cierto que, según Francisco, todos son hijos de Dios y la Iglesia tiene el deber de recibirlos, con lo cual “abre sus puertas” a cualquier persona más allá de su identidad de género, y también debe recibir a un corrupto o a un torturador.
Bergoglio, “Francisco”, el “Papa argentino y peronista”, aunque es una gran oportunidad como símbolo en principio, contra Milei y su mesianismo, lo es desde que fue nombrado Papa, no cuando era una especie de cura opositor (aunque no tanto) del gobierno de Kirchner. Poco duro la critica del peronismo progre. Las notas de Horacio Verbitsky en Página 12 donde se lo vinculaba a la última dictadura fueron eliminadas de la web del periódico icónico, Hebe de Bonafini demoro un poco más, pero también se acomodo al Santo padre que vive en Roma. La postura contra el aborto o el matrimonio igualitario fueron matizadas junto con el apoyo al “padre” Julio Cesar Grassi (condenado por abuso). Cada tanto, en las redes algún mal intencionado vuelve a publicar el video donde Bergoglio, ya como Papa, les dice a personas preocupadas por casos de abusos que “no se dejen llevar de las narices por los zurdos”. Pero el pragmatismo del que hablábamos antes, parece que sigue teniendo efecto.
Por si acaso hace falta aclarar, este pequeño repaso no es contra las posturas del Papa argento. Es solo un recordatorio de todo lo que se puede olvidar o dejar de lado para que las cosas se acomoden a las necesidades políticas. Para nosotros da lo mismo si “su santidad” fumara porros con dos homosexuales pobres en la sala de espera de una clínica que interrumpa embarazos no deseados. Es lo que representa, no la política que elige.
«Para escapar de su miserable suerte, el pueblo tiene tres caminos: dos imaginarios y uno real. Los dos primeros son el bar y la iglesia; el tercero es la Revolución Social.»
Desde que el anarquismo se nombra a sí mismo, la idea de la lucha por la libertad estaba necesariamente vinculada a la destrucción de Dios y el Estado. No tiene mucho sentido profundizar demasiado en el asunto, hay mucho escrito, mejor de lo que podríamos hacer en este texto y de fácil acceso. La idea de Dios implica una autoridad por encima del ser humano (en realidad, de todo) que simplemente exige sumisión a cambio de algo mejor en otra vida o por lo menos evitar ser castigado. La sociedad entre las religiones, el Estado y el Capital, son el combo perfecto para que continue la explotación del Hombre (en realidad, de todo) por el Hombre. Si falla el temor al castigo divino, ahí están los palos del Estado. Si con eso no alcanza (o si hace falta reforzar la idea) el capitalismo tiene una variedad de opciones para ofrecer. Metas inalcanzables para lograr felicidad, antidepresivos ante la idea del fracaso, etc.
En un mundo que parece ir cada vez peor, es entendible que mucha gente busque en el pensamiento mágico alguna explicación o esperanza. Lo preocupante es que cierta juventud militante encuentre en la Iglesia Católica asociada al nacionalismo una salida. No hace falta ir hasta la inquisición o a la España de la dictadura franquista para ver de lo que son capaces la Iglesia y el Estado. Con solo repasar el rol de la cúpula católica argentina en la última dictadura “cívico-militar-eclesiástica”, alcanza.
“Hay hechos que son más que un error: son un pecado, los condenamos sin matices, sea quien fuere su autor… es el asesinar, con secuestro previo o sin él y cualquiera sea el bando del asesinado… Pero hay que recordar que sería fácil errar con buena voluntad contra el bien común si se pretendieran… que los organismos de seguridad actuaran con pureza química de tiempo de paz, mientras corre sangre cada día; que se arreglaran desórdenes cuya profundidad todos conocemos, sin aceptar los cortes drásticos que la situación exige; o no aceptar el sacrificio en aras del bien común de aquella cuota de libertad que la coyuntura pide; o que se buscara con pretendidas razones evangélicas implantar soluciones marxistas” (carta pastoral de la Conferencia Episcopal Argentina de 1976, titulada “País y bien común”, mayo de 1976)
Siempre vale la pena ser sinceros. Esperando que en algún momento estos grupos se hagan cargo de su deriva ideológica, nosotros seguimos siendo claros. Vamos contra Dios y el Estado.
Bakunin Vence.