Estamos hechos mierda.

Las últimas estadísticas muestran que una gran parte de la población… etc. etc.

Casi que podríamos copiar una editorial de hace un par de años, y el texto estaría listo en una especie de loop que puede generar angustia, frustración, o experiencias. 

Lo que cambia, son los matices. Hoy gobierna un grupo que es el resultado de muchas cosas y un rejunte de funcionarios que vienen de muchos partidos. El discurso y las formas parecen responder en parte a un plan ya elaborado y también a un hartazgo de mucha gente que después de varios gobiernos de distintos colores, parece que estaba esperando a el loco de la motosierra. 

En general no hay nada nuevo, sacando el uso de las nuevas tecnologías, la velocidad y la exageración. Burócratas tipo Sturzenegger pasaron varios (él incluido), ministros de economía timberos, igual. Giles viviendo su momento de gloria como Santiago Caputo, o ministros de seguridad con berretines de milico frustrado, tuvimos que soportar a varios.

Marzo, con el recuerdo de la dictadura, nos hace pensar en la democracia como el mal menor. No es difícil si simplemente comparamos cantidades de muertos o secuestrados. Pero preferir que el Estado no use el monopolio de la fuerza contra la población, puede hacernos creer que la democracia es la única salida. Como si no existiera otra opción.

Para muchos, la angustia y la frustración parecen encausarse en un sálvese quien pueda, la automedicación sigue creciendo y resurgen los refugios místicos (desde el viejo Dios, a los nuevos mesías o las nuevas tecnologías). Nosotros preferimos seguir descargándonos contra “Dios y el Estado” (garantes de la sumisión, la explotación capitalista y la propiedad privada)

El mundo parece estar otra vez en un período de cambio. Un reordenamiento del sistema capitalista. Todo indica que ni nosotros, ni el gobierno de turno, tenemos mucho poder de decisión en cuanto a que lugar ocupara nuestra región en ese nuevo orden. Pero seguramente seguiremos siendo de la clase explotada, así que los viejos principios de solidaridad y acción directa siguen teniendo la misma vigencia. Quizá hoy tengan aún más valor, si logramos que no se pierdan después de este periodo de cambios. Podemos ver ejemplos de esto en lo rápido que se movió mucha gente ante la catástrofe que vive Bahía Blanca, sin entrar en la miseria que demostraron políticos de todos los colores. Los jubilados son el mejor ejemplo que podemos encontrar de constancia y resistencia. Vienen hace varios periodos presidenciales con sus marchas, además de varias décadas de militancia en distintos sectores. Sin dejar de ver cierto paternalismo en eso de “defender a los viejos” o el intento de uso político con las grandes banderas partidarias, es importante mantener la solidaridad con una lucha que viene de hace mucho sin perder la dignidad.  

Y acá estamos. Con nuestros muertos a cuesta, con las experiencias de distintas formas de resistencia y buscándole la vuelta. Con la insistencia de sacar un periódico en papel, como una forma de seguir apostando al encuentro cara a cara.

Seguros de que todo esto va a pasar, tratando de que después de tantas frustraciones, la salida sea intentar tomar las riendas de nuestra vida de una vez por todas.

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