Quizás no debería ser así, pero mayo es el mes más simbólico del anarquismo. Si bien el Primero de Mayo debería ser el recuerdo de por qué lucha la clase explotada, no hay manera de quitarle su lugar al anarquismo en esa historia.
En estas lineas queremos hablarle en particular a los compañeros. Nada nuevo ni que no digamos cuando nos vemos, pero que está bueno plasmar acá para todos esos que ni siquiera conocemos. Queremos hablar de nosotros, los anarquistas y el anarquismo. Lo venimos diciendo desde el primer número del periódico: nuestro “ismo” no es dogmático, simplemente tiene algunos principios. Viene desde lejos y se alimenta con las acciones de los anarquistas. Vive mientras exista la militancia anarquista.
Desde hace un tiempo pareciera que una parte de los compañeros se siente cómoda en el lugar de pertenencia, en la cada vez más pequeña “zona segura”. Ese lugar de confort, esa comodidad del ghetto, es de lo peor que nos puede pasar. Cada cual sabrá en qué manifestaciones participar y cómo hacerlo, pero si estamos y nos ven, tenemos la posibilidad de charlar con gente que al menos no se quedó en casa quejándose del tránsito y los tachos de basura rotos. Alguien que rompe con la comodidad ya está haciendo mucho en los tiempos que corren. Si existen los “espacios seguros”, para los anarquistas deberían ser los lugares donde se propongan luchas materiales.
En el pasado hablamos de la estética en forma negativa como refuerzo de lo identitario. Pero creemos que también hay una estética anarquista que aporta a la difusión de las ideas. Las imágenes de banderas, carteles y periódicos de antaño cuentan nuestra historía. De igual forma que lo hacen las pintadas en las paredes y nuestra presencia en las calles. Todavía pueden encontrarse imágenes de bloques negros, de no hace tanto tiempo, en manifestaciones no “específicas del anarquismo”. Difícilmente una imagen valga más que mil palabras, pero sin imagen, y con muy poca palabra, vamos camino a darle la razón a los que hablan de los anarquistas como algo del pasado. El anarquismo es acción, y no lo ponemos en duda, solo decimos que nuestra presencia visible debería ser al menos una parte de esa acción. La posibilidad de poder acercarse al anarquismo, a los anarquistas, no debería ser relegada a la digitalidad. A lo que un algoritmo determine como visible o no.
En cuantas luchas participan compañeros, incluso motorizándolas, y cuando aparecen los partidos o las organizaciones grandes, quedan de lado en el mejor de los casos o directamente pasan a ser “infiltrados”. No es que importe demasiado lo que digan los políticos; lo que nos preocupa es que nosotros mismos lo internalicemos y empecemos a movernos de esa forma. De alguna manera tendríamos que encontrar un equilibrio en eso de estar o desaparecer.
Para nosotros está claro que no somos ni queremos ser vanguardia de nada, ni somos los encargados de “radicalizar las luchas”. De igual manera estamos convencidos de no ser algo ajeno a las luchas de los otros explotados; tener una definición ideológica no debería separarnos de los procesos que se van dando, sino mantenernos como una posibilidad viva en el devenir de la lucha. Como siempre, no tenemos recetas ni pretendemos decirle a nadie qué hacer. Las experiencias que muchos compas llevan adelante son profundamente valiosas, e imprescindibles. Solo aportamos algunas reflexiones desde este pequeño grupo editor, con el horizonte siempre puesto en la Revolución Social.