La democracia ya fue. Bueno, eso si aceptamos que alguna vez fue. Si le preguntamos a cualquier hijo de vecino, seguramente rumbee su respuesta hacia “es el poder del pueblo” o alguna variación más o menos romántica por el estilo, pero trae de suyo, entender que ejercer ese poder solo se cristaliza, en la mayoría de los países occidentales, en una ‘única decisión’, el sufragio…o cuando se pudre todo y el pueblo sale a la calle y logra imponer su voluntad, o al menos echar a patadas al opresor de turno descomprimiendo la situación.
Decimos que se cristaliza en una única decisión (si es que lo es), porque luego se queda a merced de los ‘ganadores’ y sus caprichos, abandonando toda posibilidad de participación real en las propuestas que signan la vida de todos, en todos los aspectos, como si los elegidos fueran expertos en todo.
La democracia moderna está íntimamente ligada, al Estado y al Capital, como garantes fundamentales de esta, en su organización, funcionamiento y razón de ser, aunque parece que, estos dos últimos, pueden y quieren funcionar sin ella.
Desde que el capitalismo moderno se impuso a nivel global, los poseedores de las grandes fortunas pugnaron más o menos desde las sombras para siempre llevarse la parte más grande del pastel. Su influencia en las decisiones políticas, sociales y económicas se daban a través de sus esbirros en los diferentes cargos políticos, ya sea porque compartían su voluntad o porque esta era comprada. La corrupción no entiende de camisetas ni de sistemas políticos.
De un tiempo a esta parte, los acaudalados y caprichosos millonarios, parecen cada vez más, ya no requerir de los servicios de los intermediarios, sino que, están más decididos a tomar el toro por las astas y hacerse cargo del Estado. El ejemplo más claro quizás es el de Estados Unidos, con D. Trump y E. Musk (Consejero superior del presidente de EEUU, sí es que esto existe), o como lo fue M. Macri acá (…otros tantos salieron millonarios de la función pública, pero eso es otra historia). Claro, el Estado es garante de la propiedad privada pero también, según los más optimistas, de más o menos regular las relaciones entre los ciudadanos y de alguna manera, llegar hasta el último orejón del tarro…aunque falla bastante se ve. Y es de esto que se agarran para utilizar como punta de lanza, canchereando: “el Estado no funciona, pero nosotros que somos empresarios exitosos, lo vamos a hacer andar”; por algún motivo, mucha gente compra este argumento a pesar que incluso en la campaña prometan medidas que los perjudican (se vió con Trump y las deportaciones o Milei y los recortes de todo). Quizás, cansados de la sarasa de la política, que el Estado no llegue, que los derechos los vean por la tele, que la democracia no les toque…
“Con la democracia no solo se vota, sino que también se come, se educa y se cura”. Raúl Alfonsín
Bueno, no. Lo que seguro ha logrado el sistema imperante de democracia capitalista es profundizar cada vez más la desigualdad entre los que más tienen y los que menos, y no solo entre individuos, sino que se verifica al nivel de los países. Somos testigos de cómo lo único garantizado por el sistema es la seguridad económica de los ricos y su descendencia (por unas cuantas generaciones), mientras las grandes masas laboriosas ven alargarse los meses y acortarse los salarios, pero con una ingenua esperanza de pegarla algún día y salir de la miseria, rodeado de miserables. Se anhela para arriba y se odia para abajo.
A pesar de trabajar día tras día y generar entre todos alimentos para mayor cantidad de gente de la que habita el planeta, haciéndolo mierda en el proceso, muchas personas mueren de hambre, bajo la mirada de todos, entendiendo que ’el mundo es así’, por lo que se debe adaptar uno para sobrevivir. Son pobres porque quieren nos dicen…
Mientras tanto, entre el frio y el hambre, se observa a las personas supuestamente encargadas de resolver los problemas, llámese ’los políticos’, estar en cualquiera, en peleas por cargos, por leyes que no representan a nadie (o si, pero no a las mayorías), o como ha pasado acá, en esta región, legislar sobre asuntos que poco se pueden verificar en la práctica, aunque suenen muy progresistas y modernos, mientras las cosas más básicas brillan por su ausencia. En particular, nosotros nada esperamos de la política, pero ¿qué pasa con quién sí? ¿Cuántos gobiernos debe esperar y tener esperanza para entrar en agenda? Si votó ¿por qué no se lo atiende? …la decepción y la bronca aumentan.
En definitiva, la democracia, al día de hoy, es garante del privilegio de unos pocos y el padecimiento de cada vez más, que cada tanto, salen a manifestarse y, hasta eso está puesto en duda hoy por hoy, viendo como el **derecho a pasar con el auto **(un valor que gran parte de la sociedad hoy reivindica cansada de cortes continuos por falta de solución de los conflictos) está puesto a la altura del **derecho a manifestarse, **sobre todo en contra, que tanto reivindicaba la democracia…reivindicaba. La gorra desatada, envalentonada y merqueada al mango, sale a cumplir un mandato que no distingue motivos ni edades, como podemos ver con los jubilados miércoles tras miércoles (¡cuánta valentía!) que reclaman un haber y un pasar un poquito más digno. Esta burda demostración de poder, evidencia la falta de contención de sectores que, postergados, ven poco a poco caerse del tablero, y ante la lógica reacción, la única respuesta por parte del gobierno son los palos, las detenciones y acusaciones de terrorismo y sedición (¡sin exagerar eh!). Parece que, este accionar muestra como al gobierno de Javier Milei, de la mano de Patricia Bullrich, no le interesa resolver los conflictos sino sembrar el terror a manifestarse en la población o a oponerse a su régimen, cada vez más autocrático, pintando por momentos como dictadorzuelo, con actitudes nefastas y caprichosas como las que se vieron en la apertura de sesiones del congreso, el trato a la prensa o cortar el wifi en Expoagro para que nadie pueda transmitir mientras se encuentre él.
La suma de estas actitudes, más las fuerzas represivas al palo, más el miedo a manifestarse (incluso en redes para aquel más o menos conocido), más la aniquilación del ’enemigo’ (zurdos tiemblen, los vamos a ir a buscar) , más la desregulación económica desmedida, tiene un tufo a las horas más oscuras que vivió este país.
¡Ojo! Para nada decimos que esta democracia es lo mismo que la dictadura, pero parece que esa dicotomía tiene por único fin, encajonar la discusión en que, si se critica la democracia, es porque se acepta la dictadura, pero peor aún, es que no hay otra salida.
Nada nuevo
Históricamente, las diferentes sociedades y su organización, cada cierto tiempo e impulsada por una variedad de causas muy disímiles, como factores territoriales, culturales, religiosos o económicos, entran en crisis que incluso pueden escalar desde conflictos diplomáticos hasta conflictos bélicos de mayor o menor intensidad, internos o externos, incluso hasta conflictos globales.
Durante mucho tiempo, en general, los diferentes territorios (sobre todo europeos) se organizaron en monarquías o imperios, dependiendo principalmente, de la voluntad o del capricho del monarca o emperador de turno, ungido para el cargo por portación de sangre real, por desposarse con alguien con sangre real, o matar al que estaba al mando y tomar su lugar. Eso sí, todos contaban con la anuencia de la iglesia (que jugaba sus partidas por sus propios intereses) que aportaba la autoridad de Dios a quien señalase.
Para despojarse del capricho del ungido por la deidad, la humanidad fue virando a organizaciones que le permitieran más participación a la población en general (un poco por evolución si se quiere, y mucho de lucha y sangre), incluso a ser parte del Estado a través de funciones públicas a cualquier hijo de vecino. Aclaramos esto, porque está incluso plasmada en La Declaración Universal de los Derechos Humanos, de lo cual podemos desprender fácilmente que antes, dichas funciones, estaban reservadas a las élites, más conformado como privilegio que como laburo.
En esta búsqueda, se encontró la democracia, pensada y discutida por los griegos hace unos 2400 años (allá por el 375 a.C.). Pero resulta, que la democracia moderna, trajo de la mano al capitalismo… ¿o fue al revés? Sin importar este último detalle de qué fue primero, lo importante es que ahora, entran en crisis los dos al mismo tiempo, tomando una deriva cada vez más autoritaria, incluso pedida por el que la padece.
Desde que podemos hablar de capitalismo más o menos moderno hubo tres crisis que produjeron reordenamientos a nivel mundial y que propiciaron grandes cambios sociales: la Gran Depresión de 1873 (en realidad, en inglés se la conoció como Long Depression, literalmente, Depresión larga o prolongada) que llegó hasta el año 1879, siendo una de las causas del inicio de la Segunda Revolución Industrial. Se la entiende como una crisis del mercado, debido a la falta de regulaciones, que, empuja el surgimiento del proteccionismo y con ello, monopolios y privilegios. También posiciona a EEUU como potencia industrial, comenzando a desplazar a Inglaterra…pero esto no viene solo. Con la saturación de maquinarias en la industria, caen los costos y se multiplican los quilombos laborales y, por ende, sociales, generando condiciones favorables para el desarrollo del sindicalismo. Claro, el miedo a ser reemplazado por la máquina, envalentonaba al patrón que abusaba con largas jornadas, laburo infantil y condiciones de mierda, insalubres. Proliferan las protestas y sí, la gorra, como era de esperarse, reprime huelgas o permite que “rompehuelgas” lo hagan; a fines de los años veinte, La Gran Depresión, también conocida como la Crisis de 1929 o Crack bursátil, vuela por los aires, o mejor dicho, desparrama por el suelo, la bolsa de Wall Street con caídas de hasta 50 puntos por día, arrastrando la confianza de los grandes y pequeños inversores que, se retiraron del mercado con grandes pérdidas y no volvieron en el corto plazo a invertir. En principio, pareciera un problema financiero de especuladores que esperaban una renta sin laburar (que también fue eso), pero no es tan simple. Luego de la Primer Guerra Mundial, y un período de gran expansión, surge una crisis que parecía normal, de coyuntura, pero que era estructural y devenía principalmente del hecho que los ganadores les impusieron a los perdedores, grandes costos (hasta 6% del PBI en el caso de Alemania para las llamadas reparaciones alemanas), teniendo que subir la presión fiscal a la población, sofocándolos e impidiéndoles rehacerse. A su vez, las nuevas técnicas de producción, generaban mayor rendimiento en términos de productos, sin aumentar la mano de obra empleada, y también, despidos de personas que no hallaban trabajo rápidamente y de hallar era en condiciones paupérrimas (…muy parecido a la otra crisis). Es decir, se produce más, y más rápido, pero no hay quien pueda comprar los productos (algo así como pasa ahora, sobreproducción de bienes y desigualdad generando crisis de stock); al no vender, no se invierte y cae la demanda de materias primas, en ese momento, como el acero alemán. Podemos imaginar el malestar general en Alemania, con desempleo creciente, la humillación perpetrada por los vencedores, el odio que generó y relacionarlo con lo que vendría después; luego de la Segunda Guerra Mundial y de la mano de los acuerdos de Bretton Woods, una conferencia monetaria y financiera que estableció las políticas económicas mundiales, poniéndole fin a la era proteccionista 1914-1945, y donde se crean el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, usando al dólar como moneda de referencia (suena otra vez a los vencedores imponiendo todas las condiciones que le placen), se dan los años dorados o la Edad de oro del capitalismo, llegando hasta el 73, cuando se da la Crisis del petróleo, que desencadena La Recesión hasta el 75 (79 en algunos países). Esta crisis se da luego de la guerra de Yom Kipur entre Israel y los países árabes de la OPEP (Organización de países exportadores de petróleo) disparando los precios del crudo y llevando a las potencias a la **estanflación, **es decir, alta inflación, estancamiento económico y alto nivel de desempleo. También, es en la edad de oro donde comienzan a profundizarse las desigualdades entre el hemisferio norte y sur, siendo este último quien padece la acometida dictatorial que llega hasta los 80’s y 90’s, en general, en Sudamérica.
Es decir, por un motivo o por otro, cada vez que el capitalismo presentó una crisis, la democracia crujió en un lugar u otro, yendo desde represiones carniceras, pasando por guerras mundiales y dictaduras, tratando de reacomodar las piezas de un tablero global que cíclicamente se va al tacho.
Hoy estamos presenciando como la guerra entre Ucrania y Rusia rompe con el abastecimiento normal de Europa generando en principio, escasez y luego, inflación; la incursión de China en occidente y la buena relación con los rusos, pone nervioso a la todavía principal potencia del mundo (EEUU) que se ve amenazada por el gigante asiático, poniendo un pie en cada plato que puede, ganando mercados e incluso compitiendo a nivel tecnológico de punta. China, Rusia, Corea del Norte, y algunos más, son países que no tienen el problema de la democracia, es decir, no deben contentar a nadie con ser políticamente correctos, y respetar libertades individuales, solo deben velar por el régimen, lo que les da una ventaja en la competencia con occidente, que empieza a ver, parece, que es por ahí.
Periodista: - ¿Usted cree en la democracia?
Javier Gerardo: - Digamos…Yo creo que la democracia tiene muchísimos errores…
P: - Puede tener errores, pero ¿Usted cree en el sistema democrático?
JG: - Por ejemplo…vos sabés…a ver…no, yo te hago, te hago al revés la pregunta…¿Conocés el teorema de imposibilidad de Arrow?
P: - Yo le hago la pregunta de nuevo porque la que pregunta acá soy yo ¿Usted cree en el sistema democrático?
JG: - ¿Y yo no puedo contestarte con una pregunta?…si conocés el teorema de imposibilidad de Arrow…
P: - No. Lo que le pregunto puede ser importante…ahora me lo cuenta el teorema, pero lo que le digo es, es importante la pregunta, y requiere una respuesta contundente que es ¿cree o no en el sistema democrático? Es fácil la pregunta ¿cree o no cree?
JG: - Pero…digamos…si vos conocieras el teorema de imposibilidad de Arrow, digamos, o sea, tendrías algunas consideraciones.
Más de lo que voté
Si hay una política de Estado que caracteriza al gobierno de Milei, además de recortar económicamente todo, es el de basurear a todo aquel que no comulgue con sus ideas o incluso que no coincida con cómo deben ponerse en marcha esas ideas. Desde muy cercanos (como el ex jefe de gabinete Nicolás Posse) a funcionarios más técnicos o de segundo orden, nadie puede contradecirlo a él o a su hermana, sin someterse al escarnio de un ejército de estúpidos que viven la vida en las redes, y están dispuestos a darla por el ’líder supremo’. La humillación es moneda corriente en esta nueva ola de gobernantes que parecen estar todo el tiempo enojados con el hecho de que el ‘juego democrático’ tiene determinadas reglas que no deberían aplicarse a ellos. El asunto de las criptomonedas, muestra cómo se mueve y argumenta como si pudiese escindir la función pública de su vida privada: cuando le pinta es presidente y cuando no, es civil. Un genio.
Otra que parece ser política de estado, es inundar la zona, como explicara Steve Bannon, ex asesor y amigo de Trump, se refiere a una táctica de saturación y ataque simultáneo en múltiples frentes, es decir, saturar los medios de información y redes, no dando el tiempo para buscar, confirmar y mucho menos pensar en lo que se publica. No importa qué, todo el tiempo hay anuncios de supuestas medidas que después quizás ni salen o las baja la justicia, como pasó con la privatización del Banco Nación. Este mecanismo no requiere de ningún carácter de realidad: cualquier bolazo sirve. Y para eso, Milei, Adorni, Bullrich entre otros, son expertos en decir mentiras continuamente al mismo tiempo que se acusa a un tercero de cualquier cosa que desvíe la atención. El último y peor ejemplo es el de la Ministra de Seguridad o la diputada Lilia Lemoine, que encubriendo al gendarme que dispara la granada de gas de manera temeraria (como una basura para ser técnicos), le echan la culpa a Pablo Grillo, el fotógrafo que recibe el proyectil en la cabeza, y cambian el eje señalándolo de militante, como si ese fuese un agravante o garante de sentencia, pero logrando que medios y algunas personas, lo justifiquen.
Por último, algo que se ve desde el comienzo de su mandato, es que le rompe las pelotas el congreso (bue, a nosotros también, ¡pero él es presidente!); sobrada muestra da continuamente de que si por él fuese cerraría el parlamento en nombre de ahorrar toda esa guita, pero con la sola intensión de que se haga todo lo que quiere sin ningún obstáculo, fenómeno que tampoco es local. Pero que un gobernante ególatra y narcisista ebrio de poder se pase de rosca, es hasta esperable; el problema es que estamos viendo hoy por hoy a una oposición que ahogada en peleas internas, no encuentra formas dentro del sistema democrático para frenarlo (¿quiere?) pero, sobre todo, al conjunto de la población que, por un motivo u otro, entiende que la democracia no le está proponiendo soluciones debido a que, la discusión parlamentaria extiende los tiempos y enrarece las cuestiones que nunca llegan a una solución, quedando solo en letra muerta, o que la justicia no cumple con su supuesto cometido de encarcelar a todos por ‘doscientos años’, liberando ‘malhechores’ en una puerta giratoria sin fin (el debido proceso no le importa a nadie…muy democrático). Esa población, harta de las diferentes postergaciones (seguridad, economía, salud, educación, etc), está cada vez más dispuesta a que el loquito autoritario que agarre el bastón de mando, haga lo que tenga que hacer para de una vez, resolver sus problemas sin importar derechos, convenciones, leyes…en fin, la democracia. El problema de este tipo de reflexión es que siempre se piensa que ’el malo’ es el otro y nunca le va a caber a uno; y por otro lado se pierde de vista que en algún momento se termina y quizás vienen los otros, los malos, y lo que se habilita hoy, muy probablemente sea un búmeran que mañana les dé en la nuca.
Entendemos el hartazgo general, y coincidimos en que el congreso, el ejecutivo y la justicia son garantes de que esto siga así; que la democracia capitalista es este armado donde los poderosos cada vez lo son más y los demás vamos viendo como la piloteamos, cada uno por su lado (el individualismo está a pleno en esta era), mientras participamos de esta ilusión de poder y control sobre funcionarios; que cada vez que el capitalismo tiene un problema, somos los trabajadores, los explotados, los excluidos los que garpamos la boleta, con miseria y sangre. Esta época de autoritarismo creciente, de la mano de experiencias truncas, humillación y frustración, evidencia la necesidad de encontrar salidas alternativas a simplemente depositar las esperanzas en un parlamento o en un líder mesiánico; tal vez, si se está dispuesto a despojarse de los políticos, que entendemos tránsfugas parásitos, tendríamos que empezar a pensar en que la salida, la solución de nuestros problemas, dando un paso más allá y liberándonos de todos, es solo cosa nuestra. No los necesitamos. No pedimos nada.