La miseria política no tiene camiseta. Y en ambos lados de “la grieta” se esfuerzan, parece, por dar sobradas demostraciones e incluso superarse unos/as a otros/as entre dichos y actos nauseabundos. Por mencionar algunos, comenzaremos con el tema del momento: las clases. No vamos a discutir educación en estas líneas, sino el culebrón que se armó con la vuelta de los niños al colegio.

Para fines del año pasado, y en una situación epidemiológica complicadísima (igual que ahora, pero ya nos relajamos y ahora está bien), el gobierno de la ciudad de Buenos Aires a cargo de Horacio (para los amigos, sino es Larreta) comenzó a pugnar por una vuelta a la presencialidad que recolectó elogios de los propios e improperios de los otros, generando una sensación de genialidad, moralidad superior, capricho o apuesta política. Todo junto y por el mismo hecho, solo depende de donde uno se pare. Lo cierto es que, sin inversión en infraestructura, insumos, ni ideas claras, se terminó confirmando que toda esa puesta en escena era solo para obtener la foto, esa, la del político pujante que se preocupa por los/as chicos/as y se convierte en guardián de las buenas costumbres y valores, los de Los Pumas, como dijera su compañero de partido Eduardo Cáceres. La realidad, fue que terminaron yendo muy pocos/as chicos/as a las instituciones, un poco por protocolo, otro poco por incertidumbre y algo de temor genuino luego del difícil año cursado. Mientras, desde la vereda de enfrente, bombardeaban con que era irresponsable la apertura, que era solo para esa foto y que la vida es más importante que la economía… hasta que se dieron cuenta que Horacio, estaba capitalizando esa idea de la vuelta a clase que ondeaba como bandera continuamente. A partir de que les cae la ficha, el Frente de Todos comienza a tratar de ganarle esa bandera a Larreta y de repente, la vida ya no es tan importante: lo importante es no ser quien no quiere que empiecen las clases. Y comienza una carrera, sobre todo en la provincia de Buenos Aires, la madre de todas las batallas, por encontrar protocolos adecuados, emprolijar más o menos las escuelas y largar a todos/as a la cancha, con la venia o la resistencia super pasiva de los sindicatos. Si gobernara Vidal…

Los/as que hemos caído en la escuela pública, según el pensador contemporáneo Mauricio Macri, sabemos de baños sin agua, ventanas rotas o tapiadas, aulas de dimensiones diminutas y falta de insumos en tiempos que podríamos llamar normales que, ahora en perspectiva caemos en cuenta que la normalidad de la escuela en general era una mierda, pero que por algún “milagro” (política) ahora parece estar en condiciones no solo para dar clases, sino para cuidarnos de la pandemia que asecha al mundo. Quizás sea el año electoral… y no fue el único milagro.

Al comienzo de la pandemia, se instaló por parte de la presidencia, la idea de que la salud era más importante que la economía, como mencionamos unas líneas más arriba, por eso, en un “esfuerzo enorme” se trató de dar el famoso IFE para que la gente no tuviera que salir de su casa y circular. Lo cierto es que, desde mediados de marzo del año pasado hasta su suspensión, solo se dieron tres IFEs que obviamente no bastaron para mantener a la masa de laburantes encerrada, sobre a todo, los/as informales que no son destinatarios de ningún beneficio. Al mismo tiempo que la oposición presionaba por abrir todo hasta que se descontrolaban los contagios, culpaba al gobierno de la falta de control y manejo de la pandemia. Y el ejecutivo bailaba al son de la oposición pisando el palito. En definitiva, había que encender otra vez la máquina que ya venía cascoteada de años anteriores, y la salud pasó a descender en la escala de prioridades de todo el arco político… pero de la población en general también. Por caso, la promesa de hospitales modulares para “garantizar” la temporada de vacaciones al menos en la provincia de Bs As, fue sólo eso, ya que el primero se habilitó entrado febrero y las personas fueron igual a los centros turísticos incrementando los casos.  

Volver al laburo se tornó imperioso para todo el mundo, desde tener que morfar a tener que producir para garpar salarios, con ello, por ejemplo, la apertura de restoranes, hoteles y boliches (entre otros, de los gremios más castigados), dejando de lado algunos cuidados, o todos. Para ello, la escuela es esencial: es el lugar donde uno revolea al pibe para llegar a laburar; también, donde seguro reciben alimentos al menos una vez al día. 

Los ejemplos para poder decir que “son todos/as iguales”, o que son una mierda, abundan. Podemos usar dos temas mediáticos de los últimos días para intentar mostrar que el problema no es que la casta política tiene otros genes, sino que la Política es así sin importar las personas.

Un caso es lo que pasa en Formosa. El dueño de esa enorme estancia, que viene despreciando a su pueblo desde hace décadas, fue puesto en el foco de la TV por los maltratos que recibían las personas que tuvieron la mala suerte de contagiarse el virus.

La oposición puso el grito en el cielo, disparando todo tipo de denuncias y hasta viajando a la provincia para vaya uno a saber qué. Al no tener los resultados deseados, llegaron a la corte interamericana de derechos humanos llevando su denuncia y presentando una cautelar. Solo les falto que viajarán Bulrich y Nocetti para que deje de ser gracioso y pase a ser patético.

Desde el gobierno nacional, se respondió mandando a su secretario de derechos humanos, ese, el que pidiera la libertad de los presos por casos de corrupción (los amigos digamos), quien luego de su visita aseguro que todo era mentira, que a lo sumo hay excesos de la gorra y solo le falto decir que en Formosa son “derechos y humanos”, al mismo tiempo que en un famoso canal de noticias “opositor” se armaban informes con imágenes de cárceles, presos y motines.

Solo hay que cambiar de lugar algunos nombres y se podría escribir casi lo mismo sobre el accionar de la Política con el tema de Santiago Maldonado.

Por ultimo la muerte del ex presidente Menem, se convirtió en otra muestra de la miseria política. El tipo murió siendo senador como parte del Frente de Todos, muchos de los actuales funcionarios (y de referentes de la oposición) fueron parte del menemismo y sus privatizaciones, indultos y el neoliberalismo que venia a poner fin a las ideologías. Pero por esas cosas de la vida y la falta de éxito en las encuestas, el relato cambia y la historia pasa a ser otra. Salvo algunas excepciones, nadie se hizo cargo de que Menem fue el representante mas fiel de la Política y de hacer lo que hay que hacer para garantizar la paz capitalista y mantener el poder a como dé lugar.

De aquí se desprende que la discusión en ningún momento es sobre la educación de los pibes (no les importa), ni sobre la salud de la población (sino mínimamente le hubiesen aumentado al personal de la salud y hubiese seguido el IFE) ni sobre los derechos humanos de la población (solo del rédito que se saca de ellos), sino de administrar las miserias necesarias para mantener en marcha al sistema y mantenerse en alguna posición de poder.

Cuando decimos “son todos/as iguales”, nos referimos a estas cosas. Solo falta la demostración de un gobierno Trostkista. Tiempo a la tiempo.