Nuevamente se acerca diciembre; unos pocos días nos separan de fin de año. Históricamente, en esta región, los últimos días del año son complejos desde el punto de vista económico y político. Económico porque debido a las fiestas, no se hace esperar el aumento de precios, en su mayoría especulativos, de todos los productos que componen la canasta de las mismas, arrastrando también a otros que no están, y celebre o no, sea creyente o no, la vida se torna más cara para todos/as. Políticamente, porque el gobierno de turno es el blanco de todas las miradas (y las puteadas) respecto de la situación económica de las familias durante la Navidad (que nada nos importa la celebración en sí, pero que hace al escenario en el que estamos) y comenzamos a escuchar frases como “poder llevar un pan dulce y una sidra a la mesa”, “no alcanza para los regalitos de los/as nenes/as”, “cuantas familias no pueden festejar” e infinidad de comentarios miserables que buscan vendernos una sensibilidad social que no tienen.

Desde el 2001, se agrega el recuerdo del que se vayan todos como condimento picante de un coctel que pone los nervios de punta a más de uno. El gobierno sabe que, a diferencia del saber popular de tener que pasar agosto, tiene que pasar diciembre. La oposición también lo sabe y busca, de todas formas, agregar nafta al asunto al mismo tiempo que la juega de ciudadano/a diciendo “tienen que terminar y que se vayan en las elecciones”, pero son los primeros en decir las frases que mencionamos antes. Miserables. Ya en enero, también históricamente, aumenta todo empezando por el transporte, pero parece no importarnos porque estamos de vacaciones (es que el período de revueltas coincide con el ciclo lectivo de la escuela).

A este fin de año en particular tenemos que agregarle otro condimento más en este país: la realización del G20, que es algo así como una reunión de los líderes de los 20 países más poderosos, donde discuten cuestiones económicas, geopolíticas, seguridad internacional, tomando acuerdos en nombre de los pueblos que dicen representar y la de la contra cumbre del G20, que es algo así como una reunión de todos los que perdieron o quedaron afuera de la escena política mundial, que se reúnen para llegar a la conclusión de que los otros son malos que hacen cosas malas… no como cuando estaban ellos que… que estaban ellos. Puede que suene feo, pero es más parecido a una reunión de La Legión del Mal, llena de villanos, hablando de las dos cumbres, claro.

Política de la Miseria

Hace tres años que al frente del poder ejecutivo del Estado se encuentra la coalición Cambiemos gobernando. Desde esa fecha al día de hoy han tomado una serie de medidas que cada vez les cuesta más defender. Incluso a sus esbirros mediáticos se les complica más y más justificar el accionar del gobierno, al punto que alguno que otro ya se dio vuelta en nombre de una objetividad periodística que no tenía al principio del mandato.

Las medidas tomadas desde el minuto cero en materia económica, tendieron siempre a empeorar la situación de todos los habitantes de la región, exceptuando a pocos sectores claramente beneficiados. La devaluación de diciembre 2015 fue la primera medida engañosa (engañosa en nombre de un dólar atrasado que no era tan así y como si realmente nos importaran los dólares que obtiene el empresario) con una finalidad clarísima, bajar lo que llaman el “costo argentino”: los salarios. A eso hay que sumarle el ‘diálogo’ que siempre dispuso el gobierno a la hora de las paritarias, que dice son abiertas pero no habilita o multa gremios si hacen medidas de fuerzas (cuando los gremios recuerdan lo que es una medida de fuerza).

Con la quita de retenciones a los sectores agroexportador y minero, bajo promesa de generación de fuentes de trabajo y dólares para todos (ocurrió todo lo contrario) vino una caída en la recaudación de un montón de guita. Para fines del año pasado se vio claramente de donde iba a salir esa plata con la reforma jubilatoria, donde el Estado se ahorraba unos 100 mil millones de pesos y este año se verifica con la caída en las jubilaciones de alrededor de un 13% contra la inflación… inflación que era_lo más fácil de solucionar_. Innumerables críticas se hicieron sobre la maquinita de emitir billetes y de cómo la emisión generaba inflación para, cuando les tocó apagarla solo hicieron más billetes que antes.

La quita de subsidios a los servicios hizo mermar aún más los salarios, que junto con la inflación lograron reducir el salario real volcando a mucha gente por debajo de la línea de pobreza, que ni cerca está de ser cero. En ese contexto, el empresariado local e internacional sigue reclamando una reforma laboral a la brasilera, de quita de indemnización, horarios flexibles, contratos basura y seguridad jurídica (sólo para ellos) para traer la lluvia de inversiones que nunca vino, para producir el derrame de guita que nunca se produjo. Y tocamos fondo (monetario internacional).

Corridas cambiarias que dispararon el dólar, que hizo que se adelanten fondos del FMI, que se usaron para parar la suba del dólar que nunca paró. Y en la joda se fugaron 15 mil millones de dólares a cuentas privadas en el exterior que ahora debemos pagar con nuestro laburo, nuestro tiempo. A la par se subió la tasa de interés para que la guita vaya al peso y no al dólar, no logrando frenarlo y llegando al 73%. Eso consigue que en lugar de invertir los empresarios se lleven la guita, cerrando las fábricas, principalmente pymes, dejando un tendal de gente en la calle.

Recordemos como se hablaba mal de las asignaciones y los planes sociales y como iban a ser cambiadas por trabajo real. Real es que se multiplicaron los planes para frenar un estallido social y haciendo el mejor kirchnerismo, lo utilizan para tergiversar los números de empleos. Un cúmulo de medidas tomadas que nos sumen más y más en el barro. Y así estamos.

Miseria de la Política

En este contexto alentador, la política opera para sacar el rédito que pueda, sin importar nada en el medio. Lo único importante es mantenerse en el poder o tomarlo; el precio se le hace pagar a otro/a. Claramente el que maneja la caja hace y deshace a piacere, y en ese aspecto no hay distinción de color partidario ni tendencia ideológica democrática: desde la caja del tesoro de la Nación hasta la caja de una fotocopiadora. Todo suma… o resta.

La promesa de transparencia se diluyó rápidamente al colocar al frente de la oficina anticorrupción (una estupidez pretender que nos creamos que el gobierno se controla a si mismo) a una militante del propio espacio, cuentas off shore, la causa de papá en el correo y mucho manoseo en la justicia, desde poner a los abogados de la familia o de los amigos en la corte suprema, a tener un operador judicial como Angelici que tanto es criticado desde el seno de Cambiemos por la aliada política número uno Elisa Carrió. Parecido a todos los demás gobiernos que tuvieron sus operadores y presionaron a la justicia para obtener fallos favorables, evidenciando que el que funciona así es el Estado y no un gobierno u otro.

Los que hoy gobiernan se esforzaron mucho en demostrarnos como hasta finales de 2015, Vaca Muerta era una desgracia para el país, volviéndose ahora la salvación de todos para los años venideros. O como nos fue mal este año por la sequía y porque “pasaron cosas”, pero el año que viene con la cosecha record vendrá una lluvia de dólares. ¿Recordarán que este mismo año la señora Carrió se enojó con la industria agroexportadora por no liquidar? Es que hay que pasar diciembre.

De la vereda de enfrente se llenó de expertos en todo. Verdaderos cruzados de todo lo que hace mal este gobierno, aun habiendo sido muchos de ellos parte del gobierno anterior. Se criticó la reforma previsional (justamente) olvidándose que antes fueron quienes le negaron el 82% a los jubilados, y por decreto. Hablan de causas judiciales persecutorias como si no hubiesen utilizado el mismo método para sus fines mientras eran gobierno.

Unos/as y otros/as continuamente, dicen ser lo que necesitamos, la única salida a los problemas que ellos/as mismos generan (como ir al FMI), pero que tenemos que participar para salir adelante entre todos/as. Y nuestra participación es bancarnos el costo de sus operaciones sin chistar. ¿Y qué pasa si no nos bancamos la situación? Aparecen en la tele con fotos de no saben quién diciendo tener información exclusiva, acusando de infiltrados a todos/as los/as que asomen la cabeza, a los/as que no ven una salida en caminar hasta una plaza.

Los/as mismos/as que vierten combustible en este fin de año, luego se dedican a señalar y promocionar la delación de quien va más allá. Primero levantan a pibes que mata el Estado por pelearle el territorio en el sur, sin tener ni idea de esas luchas (son los/as mismos/as que nunca avanzaron con la devolución de tierras a los pueblos), pasean con sus cadáveres por los medios en nombre de la democracia, para después señalar a otros como esos pibes convirtiéndolos en muertos en vida en sus tumbas de castigo. Cultura de esto no les falta, si hace nada más que 40 y pico de años se pasean y se prestan el cajón de Juan Domingo para ganar…

Y en ese mar de miserias vemos como sube el descontento del laburante porque la guita no alcanza y se siente la presión por el puesto de laburo, de la clase media porque se siente decepcionada pensando que es más de lo mismo o vuelve “la yegua”, del que vio en Macri una derecha de mano dura y como Dios manda, que no fue y de una iglesia católica que no pudo conectarse jamás con el Ejecutivo, llevándose a Dios, el garante, a otros espacios que hace florecer.

Este panorama, más lo acontecido en la región brasilera con el ascenso de Bolsonaro (un pintoresco personaje nefasto), activó la fibra militante más profunda en algunos de los políticos de esta región, habilitando en los discursos palabras parecidas a las del presidente electo democráticamente en Brasil. Ahora somos testigos de cómo algunos/as juegan a ser duros bolsonarizando su discurso, hablando de seguridad y mano dura, servicio militar obligatorio, trabajo para los argentinos y discursos de expulsión a extranjeros, sabiendo que hay un tendal de gente harta de políticas (de un lado u otro de la grieta) que no dejan de parecerse y que no satisface sus demandas. Que florezcan estos personajes está directamente ligado con lo que han hecho sus antecesores. Por ahora verde pero en curso, habrá que prestar atención.

Otro año más. Viejas caras, nuevas caras, mismos métodos.

Habrá que pasar diciembre… o iluminarlo.